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FUNDACIÓN CASER
partir de tres variables: natalidad, mortalidad y migraciones. De cualquier forma, debemos tener
en cuenta que las estimaciones se realizan en base a los análisis del comportamiento pasado,
pero no tienen carácter adivinatorio, así, el envejecimiento demográfico será el escenario futuro
más probable pero sujeto a incertidumbres. En este sentido, Rogero (2010) subraya que factores
como la aplicación de los progresos en biomedicina, la eliminación paulatina de barreras físicas
en el entorno o el uso de nuevas tecnologías podrían ayudar a neutralizar el incremento de la
población mayor dependiente.
En cualquier caso, las proyecciones demográficas efectuadas por los principales organismos
internacionales coinciden en el diagnóstico y ponen en duda la capacidad de los estados para
satisfacer las necesidades de cuidado de las personas mayores dependientes. A tal efecto,
se afirma que el aumento de las personas mayores está asociado con un incremento de los
problemas de dependencia por la relación que existe entre ambos fenómenos. De esta forma,
al haber más personas mayores con necesidad de cuidados formales se producirán tensiones
para la financiación de los cuidados (Casado y López, 2001).
Sin embargo, los propios Casado y López (2001) matizan este razonamiento porque, aun
dando por válidas las proyecciones demográficas, el argumento empleado para inferir
el incremento de los mayores dependientes es cuestionable, es decir, las proyecciones
coinciden en que aumentará el número de ancianos, pero no que a la vez aumenten las
personas mayores en situación de dependencia porque “esto dependerá de la prevalencia
de la incapacidad funcional en el futuro” (Casado y López, 2001: 29). Por tanto, admitir que
la relación permanecerá inalterada es una hipótesis de trabajo que habrá que analizar para
su comprobación o refutación. A este respecto, los informes de organismos internacionales,
como la Organisation for Economic Co-operation and Development (OECD, 2005), señalan que
la necesidad de cuidados se incrementa de forma exponencial para el grupo etario formado
por las personas entre 75 y 85 años. Asimismo, Rodríguez, Rodríguez y Álvarez (2011) citan
las proyecciones realizadas por la uE en The Ageing Report 2009, en el que se indica que en
el periodo comprendido entre 2007 y 2060 el gasto público en cuidados de dependencia de la
población mayor de 65 años de la uE-27 duplicará su peso en términos de Pib, pasando del
1,2% al 2,4%.
A este respecto, consideramos pertinente tener presente el debate abierto sobre la prevalencia
entre las teorías de la comprensión de la morbilidad y la expansión de la morbilidad. Fries (1980),
principal exponente de la primera de estas teorías, sostiene que la adopción de estilos de vida
más saludables y los avances en la tecnología médica suponen una disminución de las tasas
de mortalidad y una reducción de las enfermedades crónicas y las limitaciones funcionales
asociadas a la edad. De esta forma, las tasas de prevalencia relacionadas con los problemas
de dependencia se verán reducidas de forma paralela a las tasas de mortalidad (Casado, 2007).
Kramer (1980), máximo representante de la teoría de la expansión de la morbilidad, mantiene
que los cambios en los estilos de vida favorecen la posibilidad de disminuir las enfermedades
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