Page 10 - Demo
P. 10
Tenemos que recuperar el h%u00e1bito de caminar. Retomar de nuevo el contacto con la naturaleza, los pueblos y sus gentes. Caminar por la monta%u00f1a, recorrer los viejos caminos, impregnar de contenido cultural nuestros itinerarios y llegar a conocer lo mejor de nuestros parajes, es una actividad al alcance de todos y su pr%u00e1ctica reporta enormes beneficios intelectuales y f%u00edsicos. El hecho de andar o pasear por el campo no requiere una preparaci%u00f3n f%u00edsica especial: cada uno lleva su ritmo y no se precisan esfuerzos como en la competici%u00f3n. No hay l%u00edmite de edad y si su pr%u00e1ctica se realiza sobre los 1000 m, que es la altura media de nuestras monta%u00f1as, produce un inmenso bienestar y resulta muy sana y tonificante, sobre todo para los habitantes de las ciudades. El aire a esta altitud conserva toda su pureza y todav%u00eda no est%u00e1 enrarecido por la falta de ox%u00edgeno.Para la juventud es un buen medio de iniciaci%u00f3n al deporte de aire libre y una inversi%u00f3n de futuro al desarrollar la capacidad de aprender con la observaci%u00f3n y la interpretaci%u00f3n. En los grupos se comparten ideas y conocimientos, se fomenta la convivencia con los dem%u00e1s y el contacto con la poblaci%u00f3n rural cuyo ritmo de vida y necesidades son muy diferentes a los habitantes de la ciudad. Se aprende tambi%u00e9n a valorar y respetar nuestro patrimonio cultural y natural. Recorrer nuestras monta%u00f1as adem%u00e1s, nos libera del estr%u00e9s diario, de un acelerado ritmo de vida, y se convierte en una v%u00e1lvula de escape para nuestras tensiones emocionales, sociales y laborales. Caminar en definitiva, es la forma m%u00e1s natural de viajar y en la que mejor se siente el mundo que nos rodea.