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FUNDACIÓN CASER
sintetizarse en memorias anuales sometidas
a inspecciones. También existen numerosos
indicadores estadísticos de obligado
cumplimiento por acuerdos internacionales.
En las actividades que se realizan en los
hogares, para bien y para mal no existe
casi nada de todo esto. Son actividades
más flexibles menos encorsetadas por
leyes y reglamentos, pero al mismo tiempo
oscurecidas y poco tenidas en cuenta. El
resultado de los cuidados es una síntesis
entre los cuidados que ofrece el Estado a
través de todas sus instituciones, los que
ofrecen las entidades privadas con ánimo
de lucro, las entidades sin fines de lucro o
voluntariado y los hogares. Cuando estas
actividades se miden únicamente en dinero,
lo aportado por el voluntariado y los hogares
parece insignificante; sin embargo, si lo que
se mide es el volumen de tiempo dedicado,
el trabajo del cuidado no remunerado, es
mucho mayor que el trabajo de cuidado
remunerado. Cualquier política de cuidados
y cualquier programa individual familiar
tiene que tener en cuenta ambos tipos de
recursos, que se refuerzan mutuamente.
en sus trabajos nos adelanta las dificultades
que en el futuro podremos encontrar para
mantener, y mejorar, nuestro sistema de
bienestar. ¿Qué nos falta y qué nos sobra para
estar preparados?
Nos falta información y realismo. La
esperanza de vida de quienes se jubilan
ronda los veinte años y es previsible que
en el futuro aumente considerablemente.
Naciones unidas lleva pidiendo desde
1995 que se complementen los análisis
económicos tradicionales con otros tipos
de análisis que incluyan el trabajo no
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remunerado. Según datos del iNE, el tiempo
que se dedica a trabajo no remunerado en
el hogar es un 30% más que el conjunto del
tiempo que se dedica al mercado laboral,
incluidas las horas extras y el trabajo
sumergido.
Estamos cerrando los ojos ante el hecho
del envejecimiento de nuestra sociedad,
que es un logro histórico pero también un
enorme desafío para encontrar solución
a los nuevos problemas que conlleva.
Frecuentemente nos instalamos en el
presente sin querer adelantar previsiones
sobre como será nuestro futuro. una buena
prueba es que la mayoría de los españoles
no se preocupan por hacer testamentos ni
dejar por escrito las disposiciones sobre
el final de su vida. El lado positivo de este
aparente desinterés es la confianza en que
el círculo inmediato familiar será capaz de
tomar decisiones correctas cuando sea
imprescindible hacerlo. Sin embargo, este
exceso de confianza tiene un alto coste y lo
tendrá más aún en el futuro cuando aumente
el número medio de años de incapacidad
que nos toque vivir. Curiosamente, debido
a la mayor longevidad de las mujeres y que
la mayoría contrae matrimonio con hombres
de más edad que ellas, en todos los temas
de discapacidad, dependencia y carga de
cuidado existe una fuerte disparidad de
género. A eso se suma que la media de las
pensiones que reciben las mujeres es un
tercio inferior a la que reciben los hombres
y el número de mujeres de edad avanzada
que carecen de cualquier ingreso propio es
mucho más alto que el de varones.
Como en casi cualquier escenario social,
las mujeres sufren aún hoy desigualdad a