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FUNDACIÓN CASER
Y una de las causas para que el cuidado no sea el adecuado, es la falta de un relato
mantenido y constante en el plano ético, que profundice en los principios que articulan una
organización de valores morales, valores que deben impregnar todos los niveles asistenciales y
que orientan hacia objetivos plenamente enraizados en el núcleo íntimo de lo que es el respeto
profundo, pleno y continuado a las personas en su dignidad. Estamos hablando de Derechos
Humanos.
La protección de la Salud, según establece el artículo 43 de la Constitución, no se trata de
un mandato meramente instrumental, operativo o sólo práctico, sino que obliga a que esta
supraorganización proteja a las personas y respete los valores que cada una establece como
propios (Constitución Española, 1978: Artículo Nº43). Porque respetar esos valores es respetar
su dignidad. Se trata de apreciar retos científicos, barreras biológicas y en especial un delicado
“velo ético” que supone lograr una excelencia mínima profesional y organizacional.
En palabras del gran médico y humanista william Osler las cuatro “haches” deben distinguir
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al buen médico y sobre todo al médico bueno: honestidad, humildad, humor y humanidad.
buena parte de las aptitudes e incluso de las actitudes se configuran en la formación de un mé-
dico, formación que en este campo se debe en gran medida al profesor Osler, fundador de una
de las instituciones más prestigiosas a nivel mundial, el hospital Johns Hopkins y su Escuela
de Medicina, con la entidad matriz universitaria del mismo nombre; a él le debemos la figura
del médico interno o residente como método para la formación profesional y especializada;
aquellos residentes vivian en el hospital y el período de esta residencia variaba entre siete y
ocho años. Su gran logro no era la dedicación a las clases magistrales, sino también a entablar
conversación con el paciente, pues de ahí surgen las pistas para un buen diagnóstico; hablar y
escuchar al enfermo puede ser obvio en la actualidad, pero en aquella época no se consideraba
necesario hablar con el paciente (Serra Valdés, 2015).
2. la in-quietud de la Medicina.
La historia de la Medicina nos recuerda una trayectoria lineal en más de 2.000 años, con
una posición médica preeminente frente al enfermo, hasta un cambio de paradigma claro en
pleno siglo XX, en donde esa relación de influencia-poder sobre los pacientes, basada en el
conocimiento, se fue trasformando en una negociación de las indicaciones en un marco crítico,
incierto, desconfiado y descreído.
Coincidiendo con ese cambio en el seno de la relación clínica causado por transformaciones
de la sociedad, se desarrollan iniciativas, sobre todo, en Estados unidos en los años 70 y más
tarde en el resto de países. En España dejan alguna estela ética muy superficial en el sistema
sanitario, pero no impregnaron el quehacer de la organización asistencial, siendo destacable
2 La figura de Sir william Osler marca el comienzo de importantes conocimientos y aportes en la clínica médica y revoluciona la
enseñanza de la medicina. Conocido desde entonces como el padre de la medicina moderna. Su legado fue la enseñanza al lado
del paciente; el nuevo currículo, la educación médica y la promoción de la investigación en los estudiantes; el conocimiento de la
historia y el humanismo y el amor a la medicina interna. Tiene más de 1.500 publicaciones que aportó a muchas especialidades
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