Helado
de chocolate
Lourdes
Aso Torralba
III Premi 2009
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Conta’m, dona
III Premi 2009
Mira que podía haber elegido meterme bajo el plato
de la ducha o estirarme los rizos. Incluso vestirme
con chándal y zapatillas y no parar de correr hasta
que me explotara el pecho. Pero sonó el bolero de
Machín y sólo pensé en el helado de chocolate que
guardaba para darme un atracón en los momentos
de nostalgia. Caminé descalza por el pasillo y me
enfurecí al notar de nuevo el charco de agua bajo la
nevera.
Tuve que abrir varias veces la puerta, como si
volviera a empezar todo de nuevo, para hacerme a
la idea de qué lo que estaba acurrucado dentro, en
un rincón, no era de mentiras. Y oigan, que una está
acostumbrada a encontrar acelgas verdes, los filetes
sanguinolentos, hasta el besugo con sus ojos dilata-
dos o el brick de leche desnatada y baja en calorías
goteando, pero, que estuviera allí dentro, de sopetón
y sin avisar, sin pedir permiso el amor, no me hizo
ninguna gracia. Sí, como lo oyen. El amor se había
colado no sólo en mi casa y en mi nevera sino que
parecía querer colarse en mi vida. Se creía muy se-
guro de sí mismo. Y yo, que desde que se había lar-
gado Sebas con la maleta y los restos de mi corazón
destrozado, la verdad, me había jurado que el amor
no volvería a entrar en mi vida. En eso me mostré
tajante. No y punto.