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FUNDACIÓN CASER
5.3.2. Ingresos y estatus social.
La participación de los menores en todas las fases del itinerario educativo reglado así como
en el acceso a ofertas educativas no formalizadas que requieren un esfuerzo económico por
los padres dependen en gran medida del origen social de los padres (bertelsmann Stiftung
2016). El Gobierno informó en 2017 que al menos hasta esa fecha sobre todo había aumentado
el uso de la atención infantil de niños de padres con un nivel educativo alto (bundesregierung
2017) y coincide con diversos informes que concluyen que se han beneficiado de la ampliación
de la educación infantil las familias con un nivel de formación elevado y los hogares donde
trabaja tanto el padre como la madre (Alt et al., 2014, Schober y Spieß, 2012; Fuchs Rechlin
y bergmann, 2014) así como las madres con un nivel de formación elevado (Schober y Stahl
2014; Alt y otros 2014).
Jessen et al., (2018) analizan de forma detallada el impacto que ha tenido la fuerte ampliación
de la infraestructura de este servicio sobre el uso de esta oferta en los diferentes perfiles socio-
laborales. Los hijos de madres con una formación media o elevada, con dos padres con una
actividad laboral, que viven en un hogar con ingresos por encima del umbral de la pobreza
y como mucho con uno de los padres de origen migratorio están sobrerrepresentados en
la atención infantil. Es decir, que todos estos factores son decisivos para que los padres se
decidan a que su hijo acuda a la educación infantil, por lo que los autores concluyen que la
reforma no ha beneficiado a los colectivos más vulnerables.
Según el informe Nacional sobre la educación entre 2013, año en el que entró en vigor el
derecho subjetivo a contar con una plaza de educación infantil, y 2015 la tasa de cobertura
de los niños cuyos padres tienen un nivel formativo bajo pasó del 19% al 16%. La tasa de los
padres con una formación mediana pasó del 23% al 27%, si los padres tienen una formación
superior aumentó del 31% al 38% (Nationaler bildungsbericht 2016: 60).
un análisis de Schober y Stahl (2014) señala que en la parte occidental del país sobre todo las
mujeres con una formación académica o profesional o mujeres con en un hogar monoparental
han hecho uso del incremento del número de plazas de la educación infantil mientras que
la parte oriental las políticas de educación infantil si han mejorado la situación de colectivos
vulnerables (hogares monoparentales y niños en riesgo de pobreza).
Es por ello, que Laubstein et al. (2016) afirman que una política integral para la infancia, que
combina diferentes ofertas (atención 0-3 años, servicios para las familias y la salud etc.) podría
jugar un papel importante para mejorar sensiblemente las situaciones de precariedad de los
niños.
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