II Premi 2009
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Conta’m, dona
con puntualidad maléfica y me convertía en un pelele en ropa de
cama. Mientras bailaba en el ojo del huracán, Estela casi no me
importaba nacing de nacing, porque me tenía abducido la otra, la
loba, la que no tenía que pintarse los ais para traerme la profundi-
dad del bosque hasta el décimo piso de mi edificio. Pero, cuando
caía de golpe, la cama chocaba contra el suelo y el sudor se cor-
taba de repente, era a la compañera de inglis a la que recordaba,
y me sentía mejor y me podía dormir cuaitli.
Me lo había advertido la Chelo, y también mis colegas del alu-
minio, que no se me ocurriera dar ningún paso temerario para
acercarme a ella, que le gustaban los mayores, que no tenía opor-
tunidad ni siquiera de que me mirara con compasión. Pero yo
no las tenía todas conmigo: Estela me miraba durante las clases
como si ai fuera alguien y, luego, estaba lo de su transformación
en Lady Morgana por las noches, transformación que no me
había atrevido a contar a nadie. Ya eran bastante las amenazas de
hacerme ver por una psicóloga que mamá me lanzaba cuando no
me duchaba en una semana o me aplastaba los granitos del acné,
sacando el pus, para que no me lo vieran al día siguiente en la
scul. Me lo habían advertido, pues, todos, y además estaba lo de
mi madre y su extraña devoción por los saicos. Pero no lo pude
evitar y, el mismo día en que cumplía quince años, abandoné las
pelotillas de aluminio, los pases de gol y las alcantarillas de la es-
trit, y la seguí, observen mi temeridad, fuera del recinto escolar,
allá donde solo iban los malotes en los recreos para fumar, darse
picos y contarse historias sucias. Era peligroso, claro, pero es que
Estela era de una belleza que me atraía como las migas de pan
a los gorriones y luego estaba lo de su transformación nocturna,
que eso era lo más. Yo sabía que tenía que hablar con ella de día,
para poder hablar después también de noche. Y tenía que ser en
ese orden. Y tenía que ser, porque, si no, preferiría quitarme la
vida como la niña tóxica japonesa que llenó de gases los baños
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