I Premi 2011
179
Conta’m, dona
raído. No creo que aquello le sirviera para protegerse del sol. ¿Si
nos quería? No lo sé. Se enfadaba cuando le quitábamos la es-
calera para coger cerezas, pero nunca se lo decía a la abuela. No,
no recuerdo qué animales eran. ¿Qué más da? Me daban miedo,
eso es todo. Se me ha olvidado si tenían colmillos y garras. ¿Qué
importa eso? No, no recuerdo a nadie más en la casa. No, nunca
iba nadie... Creo... No sé, quizás alguna vez fue alguien. No lo
sé. Yo era pequeña. Seis o siete años le he dicho. No, no recuerdo
a nadie en especial. La casa de mis abuelos estaba en el campo
y teníamos pocas visitas. La escalera la subía unas veces sola y
otras con mi hermano o mis primos.
Ahora recuerdo. Estoy llorando y mi abuela me coge de la mano.
No, no quiero subir, me abraza. Fue ahí, cuando cogí miedo a la
escalera. No, mi abuela me acaricia y me coge en brazos para
subirla. Yo escondo la cabeza en su hombro y no quiero ver. No
quiero ver, no, no quiero. Cuando abro los ojos estamos en la
casa. Dentro. Un hombre nos mira. Un hombre, sí he dicho un
hombre. No, no es mi abuelo. No sé quién es. Sí, es alguien que
ha venido. Me sonríe, pero yo me escondo detrás de mi abuela.
Tiene cabeza de animal, como los que hay en el pasamos de la
escalera. Me asusta. No quiero hablar de esto. Estoy temblando.
¿No ve usted, doctor? Pues tiene que ver que esto me está haci-
endo daño. No sé por qué, pero tiemblo. No quiero seguir. No
insista o me iré.
Esta buena el agua. Gracias. Sí, ya estoy mejor, pero no quiero
seguir hablando del hombre, no le conozco y me da miedo. Sí,
como la escalera. Me la recuerda. No sé por qué. Oigo al abuelo
llamarle hermano. Debe ser un hermano del abuelo. No ha venido
otras veces. Me mira y sonríe y me asusta su sonrisa. No sé por
qué me asusta su sonrisa. No, no me ha hecho daño. Creo. No, no
me ha pegado. Me mira y sonríe. Sonríe y me mira.
1...,169,170,171,172,173,174,175,176,177,178 180,181,182,183,184,185,186,187,188,189,...232