II Premi 2011
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Conta’m, dona
para meter un tonel dentro. Llevan una goma en la cintura y ellas
se han atrevido a fabricarle unos tirantes hasta los hombros. Te-
men que con las prisas, los pierda por el camino.
Las niñas tienen frío y juegan a meterse dentro de esa tela. Allí
debajo seguro que no sienten tanto frío. Las más grandes se met-
en en las perneras de los pantalones hasta que parece se sostienen
bien. Las otras niñas restantes se colocan sobre los hombros y se
abotonan la chaqueta por delante.
Todas habrían deseado tener un espejo dónde ver como les había
quedado el trabajo. Querían saber como era el Papa Noel del que
tanto hablaban en occidente. Pero aunque miran entre los bo-
tones, no acaban de hacerse una idea.
Arriba, el chino de la piel arrugada pregunta cuántos días lleva
sin salir de casa y su humilde esposa le dice que cinco. Cinco días
no es tiempo suficiente para que las niñas mueran. Aún puede
llegar a tiempo, se dice. Aunque su esposa no entiende nada, tam-
poco intenta retenerlo. Su esposa, adivina pero calla. No adivina
dónde está el trastero o cuántos trasteros tiene escondidos por la
ciudad. Imagina a unos grupos de niñas trabajando a cambio de
esa sopa que sale de sus cocinas. Se pasa la mano por su ropa de
abrigo. Mira los decorados de las habitaciones y no sabe si en la
siguiente reencarnación se convertirá en escarabajo para purgar
las culpas.
Abajo, las niñas sueñan con un Papa Noel que las lleve lejos. Los
renos conducen el trineo con suavidad y enseguida van a llegar
precioso lleno de regalos. Han sido todas muy buenas.
Notan como un sopor dulce que se adueña de su voluntad y les
va cerrando los ojos.
Arriba, se abre la trampilla. El chino de la piel arrugada viene con
un grupo de amigos. Todos visten las mismas ropas. Todos deben
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