Página 147 - conta`m, dona

I Premi 2010
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Conta’m, dona
Incluso la revista que he leído en el viaje la he tirado dentro de un
contenedor de papel. Es más, pasado Lérida, he tenido necesidad
de ir al baño, así que me he anotado el número de asiento en la
palma de la mano para no tener que ir mirando el billete cuando
regresara a mi sitio, mire, mire, veintiuno ventana, es fácil de re-
cordar, uve, uve, pero por si acaso aquí lo llevo escrito...
El resto de la ruta ha sido tranquilo no he tenido que moverme
para nada, he leído un rato y, sobre todo, he ido mirando el paisa-
je a través del cristal, disfruto mucho con eso. No importa que se
hubiera hecho de noche, me gusta ver las luces de los pueblos que
pasamos o las de los faros de los coches que llevan nuestro mis-
mo camino paralelo, y hasta me divierto comprobando el reflejo
del pasajero que está sentado en la fila del otro lado. Se me han
pasado los kilómetros en un suspiro, tenía la mente en aquellas
excursiones que hacíamos en el colegio cuando éramos niños,
eran tiempos muy agradables, ¿no le parece?.
Finalmente el tren ha entrado en Barcelona, mi destino.
Igual que el resto del mundo he bajado mi equipaje y me he pues-
to el tabardo mientras la locomotora reducía la velocidad; pero
el paraguas, con el vaivén del coche, se ha debido caer hacia
el interior de la estantería porque no lo he visto ni he tropezado
con él al recoger la maleta. Con las prisas de salir y los bultos
estorbando en las puertas, no he pensado en nada más que en
mirar los peldaños, son demasiado empinados y estrechos, y no
resulta difícil perder el pie y caerse, no olvidemos que además
vamos cargados, me parece que tendrían que hacer algo con ese
problema, no todo el mundo tiene dieciocho años y yo, aunque
todavía no he cumplido los cincuenta, desciendo con miedo de
los trenes que no están a ras del suelo.
En el andén todo eran saludos y tropiezos, gente abrazándose por
todas partes y confundiendo la salida. He tenido que subir a pie