II Premi 2010
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Conta’m, dona
traer cafés, montar las luces y aprender sobre los entresijos de la
fotografía comercial.
Fue con él que años después tuve la oportunidad de viajar a Co-
lombia a hacer un reportaje sobre las minas anti personas. Aquel-
la experiencia cambió mi vida, no sólo tuvimos la oportunidad
de tratar a niños, mujeres y hombres, sino que pudimos retratar
aquellas partes de ellos que no están, como un grito silencioso
de la realidad que azota a muchos lugares del mundo. Fué en
aquel entonces que comprendí el verdadero sentido que tenia mi
labor como fotógrafa. Aquellas imágenes, aquellas mutilaciones,
me hicieron entender lo vano, lo escaso del vocabulario o de la
capacidad del ser humano para poder expresar lo grande, lo inde-
scriptible, y encontré el sentido a la frase “una imagen vale mas
que mil palabras “.
En mi regreso a España, agradecí no encontrarme en una situ-
ación similar. Sentí la bendición de vivir en un lugar lejano a esas
tragedias. Aprendí a amar cada espacio de mi cuerpo, y enaltecí
la esperanza, fe, paz y luz que transmitían aquellas personas a
pesar de sus circunstancias.
Recuerdo cientos de expresiones de tristeza, condolencia, e in-
cluso aprensión en las caras de la gente cuando observaban en la
sala de exposiciones aquellas fotos. Sobrevienen a mi mente una
a una ahora, se esbozan en mi rostro todas a la vez, en este in-
stante, años después, en mi décimo frustrado intento de ponerme
frente al espejo.
Es curioso como la vida te lleva por senderos insospechados, y
como en ocasiones aquellas tierras aparentemente firmes, aquel
camino seguro, puede terminar sorprendiéndote en el siguiente
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