La señora
Gutiérrez
M Jesús
Oliva Martínez
I Premi 2011
215
Conta’m, dona
I Premi 2012
El despertador no paraba de sonar, hacía ya al me-
nos diez minutos que insistía e insistía, y la señora
de Gutiérrez no despertaba. De normal la señora de
Gutiérrez era la primera en levantarse, subir la per-
siana, ir al cuarto de baño, hacer lo que los italianos
llaman “la pipì di mattina”. Luego ir a la cocina,
preparar el almuerzo del señor Gutiérrez con pan de
ayer pero blanco. Más tarde pero no por ello mucho
más lento, preparar también el almuerzo de su hijo
el mayor con pan de ayer y en esta ocasión con
siete semillas diferentes. Bajar a Sultán, un pastor
alemán de unos 33 kilos, aunque más bien se diría
que es Sultán quien baja a la señora de Gutiérrez.
Esperar que Sultán haga su pipí a la italiana, y todo
lo que el animal tenía por ofrecer como abono al
medio urbano, para luego recogerlo con la bolsita
de rigor.
Subir helada como un pollo e intentar no empezar a
estar con un humor de “pelícanos” (ella nunca en-
tendió por qué tenía que ser humor de perros y no
humor de pelícanos, de policías...o mejor, de ban-
queros). 6: 35 a.m la señora Gutiérrez elaboraría
el desayuno del que ella no se beneficia hasta más
tarde, que consta de café molido recién hecho para
el señor Gutiérrez, con 8 magdalenas y dos valen-
cianas, ( muchas ocasiones tendría que aguantar
el sarcasmo de su marido cuando le decía que él
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