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FUNDACIÓN CASER
estructura humanista dedicada a ayudar, como factor esencial en este ámbito sanitario.
La empatía, la compasión es el alma de la medicina; el sanitario se apoya en la ciencia y en su
competencia técnica, en su actitud compasiva y generosa para aliviar y atender a las personas.
Está en juego la dignidad de la vida humana, pero también está en juego la dignidad de las
profesiones sanitarias.
Además de la responsabilidad de los profesionales en su quehacer cotidiano, es indispensa-
ble que sea la organización quien determine cuál es el modelo asistencial y los valores estraté-
gicos que se deben ejercer, sin que este escenario sea algo voluntarista, opcional, o relativo. En
la actualidad tienen un peso muy liviano los objetivos de humanización en la gestión sanitaria;
no obstante, es un elegante aderezo, en las memorias de las organizaciones, añadir aspectos
de personalización de la asistencia y así “colorear” un tedioso cuadro de mandos.
Para que los valores a apreciar en las personas no sean secundarios, deben ser estratégicos,
deben formar parte de la esencia y del núcleo de la organización, sin que ello sea una cuestión
testimonial o declarativa. Es absolutamente necesario que estos valores sean aplicados, medi-
dos, evaluados y exigidos, al igual que la evidencia científica nos obliga a una práctica clínica
normalizada desde la Lex Artis.
Es una cuestión previa, y a anticipar, el que la especial gestión de los recursos humanos,
sea también humanista. El cambio de denominación de estas áreas ha conllevado un cierto
interés por la persona, aún muy insuficiente, al solo plantear un modelo organizativo basado
con frecuencia en la mera “aritmética de efectivos”, más administración que “gestión”, pero no
en la “atención”, en el cuidado, en la ayuda al profesional que se enfrenta todos los días a una
asistencia en donde la demanda en cantidad y calidad se incrementa sin cesar. No es posible
pretender un desarrollo de la humanización si el profesional está insatisfecho, desatendido y
no escuchado.
Son varios los procesos que están cambiando de una forma paulatina, lenta y progresiva,
fruto más de la demanda social que de la reflexión organizacional o de las entidades profesio-
nales. Los cambios anteriores también se han producido en el seno de la sociedad, a pesar de
que ser paciente es sólo una cuestión de tiempo, también para el profesional.
Aunque puede representarse de muchas formas, es cierto que las actitudes son muy condi-
cionantes y esenciales para configurar una satisfactoria relación de ayuda, pero también esas
actitudes deben nutrirse de principios y valores que las “alimenten” y las refuercen. Por tanto,
una política de Recursos Humanos pudiera ser anterior, aunque lo humano es el adjetivo, de-
biera ser el sustantivo el que sustentara este movimiento humanista. Es una buena referencia
gráfica para integrar los elementos esenciales, con los que contar, para una iniciativa integral
(Callabed, 2016).
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