II Premi 2010
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Conta’m, dona
siblemente las últimas páginas de mi vida. Tenia miedo, pero tras
días largos y agotadores, volvía a reponerme de nuevo, cada vez
con mayor dificultad, y sentía otra vez la fuerza y las ganas de
vivir, seguir.
Tres meses después era incapaz de reconocerme. Había sentido
las explosiones en mi cuerpo llegar una y otra vez desolando todo
aquello que encontraban, no solamente estaban aniquilando el tu-
mor, sino llevándose todas mis fuerzas con él. Se me había caído
el pelo de la cabeza y las cejas, estaba pálida, ojerosa por los efec-
tos de la quimioterapia y con el pecho plano debajo de la blusa.
Las sesiones de radioterapia dieron tregua a mi cuerpo aminoran-
do el dolor que se había convertido en un quemazón externo en
lugar de interno, y una pelusilla en la cabeza comenzó a devolv-
erme la confianza, la energía, la positividad, permitiéndome bro-
mear sobre mi misma; ya no me sentía solo una enferma, ahora
además empezaba a ser una punky con un extraño tatuaje en la
axila izquierda.
Durante todo el duro proceso, las subidas y bajadas de la atrac-
ción más peligrosa a la que jamás pensé subir, descubrí en los ar-
tistas mis bellos referentes de niñez, ese bálsamo depurativo, esa
cura del alma, esa ayuda para encontrarme con mi yo mas auten-
tico, dimensionando la fuerza del coraje que corre por mi sangre.
Ahora, tras meditar en lo pasado, con la energía que apodera a mi
cuerpo fruto de la consciencia de la superación, frente al espejo,
por onceaba vez, intento abrir lentamente mi camisa, despojarme
de la prótesis para verme a plena luz. Recuerdo las palabras del
silencio de aquellos rostros Colombianos, llenos de esperanza y
vida, aquellos que como yo habían sido mutilados, aquellos que